Riesgo

Me despierto con el ruido de la lluvia y decido salir a la terraza. Hay una neblina que afirma que estamos en noviembre y que ya queda menos para entrar en el invierno. El frío hace que me acabe de despertar y puedo oler ese característico olor que produce la lluvia al caer sobre el suelo seco. Desde siempre me ha transmitido libertad, porque refresca el ambiente en la ciudad. Hace mucho tiempo que no amanecía un día así y realmente me hace muy feliz ya que me recuerda lo bonita que es la tierra. Decido hacer un poco de yoga, ducharme y vestirme. Después de una hora despierta, por fin enciendo el móvil y me llegan dos mensajes de dos personas distintas, pero a la vez muy similares.

Como si se trataran de mi serendipia, ambos aparecieron cuando menos lo esperaba y llegaron para revolucionar mi existencia. Leonardo Taulo ya lo dijo “somos atraídos por quienes pueden revolucionar nuestra existencia“. Es curioso, porque muchas veces esas cosas distintas, nuevas y peligrosas, que nos asustan y nos generan respeto, a la vez, nos atraen.

Algo parecido sucede cuando dejas entrar en tu vida a nuevas personas; sabes que hay un cierto riesgo de que tu rutina, tu manera de ver y de percibir las cosas cambien. Existe el riesgo de hacer que las cosas que solo eran tuyas ahora sean de más gente, de complicarte la vida, de ser feliz durante un tiempo y después salir muy rota… Y aun sabiendo todos los riesgos, decides arriesgarte y dejarte llevar por tus sentimientos, por ese impulso de curiosidad, porque al final no sabes qué es lo que va a pasar. No sabes si saldrá bien o mal si no lo haces, ya que esa respuesta solo la tiene el destino, si es que existe. A mí me gusta creer que sí, que todo pasa por algún motivo.

Viviendo en una época contaminada como en la que vivimos, el único punto de referencia que tenemos es lo que hemos vivido…por eso vivir una vida sin equivocarte, sin caer, crecer y aprender y sin sentimiento alguno… ¿Vale realmente la pena?

Al fin y al cabo, somos seres humanos y vivir una vida monótona nos aterra. Por ese mismo motivo buscamos la adrenalina, cada uno de una manera distinta. Algunos hacen puénting, otros aceleran con el coche, otros corren, otros bailan bajo la lluvia y otros se enamoran, o lo intentan. Y digo que lo intentan porque a veces es más excitante, más gracioso o incluso entretenido, el no saber si estás de verdad por una persona o si ella está por ti. Esa duda que deja vía libre a la imaginación es la manera tan cercana y característica de las nuevas generaciones del siglo XXI para evadirse de la realidad, para dejar atrás nuestras quimeras. Nos refugiamos en nosotros y nuestros sueños despiertos, que algún día pueden dejar de ser sueños porque dentro de ellos existe gran parte de realidad.

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