Y tan solo, muere

Mis ojos se oscurecen con el pasar de los minutos. El murmullo de las voces que aún vagan perdidas se desvanece entre el sonido de mis propios zapatos pisando el asfalto. La brisa fría y cortante viene en mi busca. Recorre mi cuerpo veloz y despiadada. El vello de mis brazos se eriza. Recorre mis manos, que a tientas, buscan el calor de los últimos rayos dorados del sol de la tarde; que poco a poco muere entre los altos edificios de las calles, casi desiertas, de la ciudad. Muere. 

Muere. Como mueren los primeros pasos de un infante que va en busca del amor de una madre.

Muere. Como la primera sonrisa que se dedican dos personas que han descubierto estar enamoradas.

Muere. Como mueren las risas efímeras de aquellos que no se volverán a juntar nunca más.

Muere. Como mueren los besos al anochecer en los portales. 

Muere. Como muere la bonhomía de alguien que perdió toda esperanza.

Muere. Como muere el llanto que asfixia a quien silencia su dolor.

Muere. Como mueren los gritos ahogados de alguien a quien callan por temor.

Muere. Como muere al final del día una parte de mí; que ya no será ーigualー jamás.

Y tan solo, muere. 

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